Sensibilizar para contribuir a la restauración de la Torre-Campanario del Templo de San Agustín de las Cuevas

A lo largo de 40 años, el ingeniero Alfredo Vergara Casas adquirió cuadros de pintores novohispanos y del México independiente, cuyo interés común fue dejar plasmadas en sus obras algunas escenas más significativas de la vida de Jesucristo. Desde la Consagración de la Virgen María, cuando a los doce años es llevada ante el profeta Zacaría, hasta el momento en que bajan a Jesús de la cruz y ella lo acoge en su regazo; suceso de profunda e íntima de moción que se inmortalizó como la imagen de La piedad.

Las cuarenta y ocho obras que integran la serie se realizaron entre los siglos XVIII, XIX y principios del siglo XX. Si bien se desconoce a los diferentes autores que las plasmaron, es posible intuir la intencionalidad y la fe detrás de cada una de las obras, pues cumplían una función pedagógica, en especial ante una congregación que se adentraba en los ritos con nulo o poco dominio del idioma español.

Como parte del conjunto, se encuentran dos obras que resaltan por su singularidad. En la primera, Santa Ana está enseñándole a leer a la joven María, con Francisco como testigo de un acto no consignado en ningún otro registro. La segunda, que es la que abre esta exhibición, muestra a Jesús y a Juan Bautista siendo niños, como una libertad creativa del autor, pues a la fecha no hay un consenso respecto si fueron familiares cercanos o no. Mientras que en los cuatro evangelios canónicos y el evangelio gnóstico de Tomás se deduce que, si bien coincidieron en el tiempo, Juan era un poco mayor y tuvieron travesías diferentes hasta su reencuentro a orillas Del Río Jordán; en el Libro de San Lucas se consigna que Isabel, madre del Bautista, tenía un parentesco con la Virgen María.

Así como estas obras tuvieron en un principio un propósito educativo y de contemplación, hoy sirven a un bien mayor: sensibilizar para contribuir a la restauración de la Torre-Campanario del Templo de San Agustín de las Cuevas, y con ello conservar parte esencial del patrimonio histórico de México.